Recuerdo un testimonio ofrecido por un joven cadete de la Fuerza Aérea. Según parece, estaba pasando por grandes dificultades en sus estudios y se encontraba muy desanimado, cuando conoció a otro cadete que era mormón. Este le dijo que había varios mormones en la academia, y que de lunes a viernes, a las cinco de la mañana, se reunían para estudiar religión, y lo invitó a participar de las clases.
Así lo hizo, y se quedó muy impresionado por el maravilloso espíritu que allí reinaba. Continuó asistiendo, comenzó a reunirse con los misioneros, recibió las charlas y, por medio del estudio, la oración y de asistir a la Iglesia, recibió un testimonio y se bautizó.
Cuando dió su testimonio, dijo que después de habersele conferido el Espíritu Santo sintió que su influencia le aclaraba la mente t el entendimiento y le refrescaba la memoria. Que de allí en adelante no había tenido más problemas con sus estudios, había dejado de estar desanimado y lo había invadido un espíritu de seguridad y paz.
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