El presidente Kimball fué un maestro muy especial para todos nosotros. No tuvo auto ni bicicleta, pero tenía nueve vacas a las que tenía que ordeñar cada madrugada y cada noche.
Él dijo; " pensé !qué perdida de tiempo sentarse en un banco de tres patas! Quizá haya algo más que pueda hacer mientras ordeño". Colocó una copia de los Artículos de Fé en el suelo, a su lado, y lo repasó una y otra vez, hasta que los memorizó.
Luego repitió los Diez Mandamientos una y otra vez hasta que se los aprendió. Mientras ordeñaba las vacas, memorizó pasajes importantes de las Escrituras que le ayudarían en la misión.
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