jueves, 8 de septiembre de 2011

Joseph F. Smith




El castigo del dolor físico que Jesús recibió debido a los clavos con que le atravesaron sus manos y pies no fué en realidad el mayor de sus sufrimientos, aún cuando tuvo que ser terrible.
Pero el sufrimiento más grande fué la angustia espiritual y mental por la que tuvo que pasar como consecuencia del peso de nuestras transgresiones que El tomó sobre sí.
Si pudiéramos comprender en toda su magnitud ese sufrimiento y también lo que padeció en la cruz, seguramente ninguno de nosotros sería culpable de pecar premeditadamente.
No debemos ceder a las tentaciones, el placer de los apetitos y deseos indignos y la influencia de Satanás no deben tener cabida en nuestro corazón.

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